A excepción del último curso que recibimos de él, Vázquez nunca hacía presentaciones, como es costumbre de otros profesores hacer al inicio de cada curso, acaso porque su cátedra era en sí una presentación in extenso, acaso porque sabía aquello de que en materia de arte, de amor o de ideas son poco eficaces anuncios y programas. Lo cierto es que jamás nos dictó un temario ni nos señaló objetivos que se vislumbrasen a largo plazo. Desde el primer día en que me hallé en la relación alumno-maestro con el aprendí  topología; precisamente la definición de esta ilustrada con ejemplos. Cuando nos tomó confianza, a veces lo más que nos decía al comenzar un tema era: "vamos a estar en esto hasta donde lleguemos."

 

Me acuerdo del día en que inició el cuarto curso. Todos creíamos que por no tratarse ya de un curso básico sino de un seminario, la primera clase constaría de una introducción. Por otra parte sabíamos que hacía mucho tiempo el doctor no impartía un seminario, -luego- inferíamos -habría de tratarse de una sesión especial-. Además era viernes y, bueno, la opinión de algunos era que el sabría tenernos consideración. Llegamos temprano aguardando impacientes el desenlace inicial de algo que ya queríamos saber. Roberto llegó, tomó el gis, escribió la palabra COPRODUCTOS, la subrrayó y comenzó la clase con las denficiones correspondientes. "Chuchín lo interrumpió!:

-¡Maestro!
-Dígame- respondió Vázquez ajustándose los anteojos para ubicarlo mejor.
-¿Qué vamos a ver?- preguntó Chuchín algo indignado por no ser las cosas como deben de ser",
a lo cual el profesor respondió enérgico:

-¡Ésto- y señalando con el índice al pizarrón terminó de decir: -coproductos!
... Margarita y yo nos miramos sonrientes; secretamente cómplices de Vázquez, secretamente
satisfechos.

Pero con el último curso ocurrió al revés. Acostumbrados como estábamos a la ausencia de toda presentación, asistimos a la primera clase esperando reanudar la discusión interrumpida al final del semestre anterior. Pensábamos que, como solía hacer Vázquez, reescribiría los dos o tres últimos párrafos de la clase de hacía dos meses y continuaría adelante; tal vez sus únicas palabras antes de hacer esto serían:  "quedó pendiente una generalización del teorema de factorización (cocientes-monofuentes)". Pero no; Vázquez nos tenía reservada otra sorpresa: Una introducción, nada menos.

Cambiaríamos radicalmente de tema y en lugar de continuar con la topología categórica pasaríamos a una parte de la teoría de categorías: la teoría de las estructuras matemáticas.

Es esta una parte de la matemática cuyo objeto de estudio es la matemática misma, si bien no toda ella sí la parte comprendida por las teorías cuyos objetos de estudio sean conjuntos estructurados.


Reflexividad, Coreflexividad y Teoría de las Estructuras
Matemáticas
Roberto Vázquez García
Verano de 1997