La última vez que se le rindió homenaje fue el 25 de febrero de 1994 en una reunion de la Sociedad Matemática Mexicana. Muchos asistimos con la esperanza de verlo, pero lo delicado de su salud le impidió ir y en su lugar asistió su hija Isabel. Se hizo un brindis en su honor, se interpretó música (hubo una flauta, y una guitarra también hubo), una linda señorita canto canciones antiguas en francés, se pronunciaron discursos... Jamas volvimos a verlo.

Al día siguiente a su fallecimiento en varios muros del Instituto apareció anónimamente una elegía que recogí entonces y que transcribo a continuación.

 

Adiós


"Dicen que es un gran segador
que se llama Muerte."


Si hay mar allá,
séate un tiempo favorable
séante noches tranquilas
las del estío porvenir de ultramar.

Si sólo es el declive natural del vivir,
háyale sido, Doctor,
serena vuestra ida.
Háyale sido oportuno
el momento en que sombra y luz se fundieron
cuando la hélice dialéctica
(¡y que fríamente!)
os impuso medir
de su feroz vuelta la torsión.


Ya así o de otro modo,
bogará el mar de mi memoria
navegará recuerdos.
Un viento de mis sueños
hinchará el pecho de su vela
que en lontananza no se perderá,
pues ya derramaba para siempre
su luz propia de estrella.


Viva fe de ese lucero queda en la obra.
Usted supo, Roberto Vázquez García, que
por haber cultivado el Vergel Sublime
hoy crece hacia lo alto aquella flor rara.


     (tomado de "Lecciones de Topología del Dr. Roberto Vázquez" 1995)