Víctor Neumann tiene una personalidad versátil: su pasión más profunda son las Matemáticas, pero es también un asiduo lector de poesía, se mantiene atento a los acontecimientos políticos, sociales y culturales del mundo, le interesa particularmente lo que acontece en el universo indígena de nuestro país, le encantan la música, la pintura, el fútbol y disfruta reunirse con sus hijos, sus hermanos y sus amigos. Considera entre estos últimos a sus alumnos con quienes tiene frecuentes sesiones de trabajo tan intensas como placenteras.
Víctor sostiene con vehemencia una posición opuesta a la tendencia “enciclopédica” de la educación en México. Cuando asesora a estudiantes de posgrado, su método consiste en plantearles problemas abiertos desde el principio. Se opone a que se inscriban en cursos y más cursos que no les dejarán tiempo libre para pensar. La única forma de aprender —afirma— es enfrentarse con las dificultades que surgen en el planteamiento y solución de problemas nuevos, en la creación. En particular, acumular créditos y otros requisitos académicos le parece pérdida de tiempo, especialmente si el estudiante se encuentra motivado, pensando en algún problema interesante. Quizá por esta razón Víctor nunca ha querido llenar las formalidades necesarias para doctorarse pese a que ha publicado sesenta artículos y ha dirigido seis tesis de doctorado.
En México, en los años sesenta había aún muy pocos investigadores en Matemáticas, los que en consecuencia, se concentraban en unas cuantas áreas, así que Víctor estudió Teoría de Gráficas (su
área de trabajo) en los libros, en especial en el libro de Claude Berge. Una de sus primeras aportaciones a la Teoría de Gráficas fue el concepto de seminúcleo mediante el cual simplificó la demostración del Teorema de Richardson sobre núcleos. Su prueba fue incluida en la 2a . edición del libro Graphs and Hypergraphs (1973) de Claude Berge y contribuyó a desempantanar el tema de núcleos que se había quedado olvidado por algún tiempo. Este hecho convenció a Víctor de que su trabajo podría tener interés para otros y a partir de entonces empezó a publicar regularmente.
A Víctor le gustan los problemas interesantes que tienen un planteamiento sencillo: en la Teoría de las gráficas se pueden plantear problemas nada fáciles de resolver que parecen un juego; por ejemplo el problema de los 4 colores que permaneció abierto por más de un siglo. Invitado por Víctor, el matemático húngaro Paul Erdös quien cultivaba el arte de plantear problemas sencillos muy interesantes, visitó nuestra universidad un par de veces. Víctor decía que si alguno de nosotros había conocido alguna vez a un genio, este era P. Erdós. A su vez P. Erdós consideraba que el trabajo de Víctor era muy original.
La Topología es su segundo interés dentro de las Matemáticas. En este tema introdujo el concepto de conjunto autónomo mediante el cual generalizó un Teorema sobre conexidad de Kuratowski; ha escrito cuatro artículos sobre dendroides, tres de ellos en colaboración conmigo y otros nueve sobre temas de conexidad y topologías de orden, en colaboración con Richard Wilson.
Si bien el interés de Víctor por la poesía se despertó en una edad temprana, fue su maestro de Literatura en la Secundaria 4, nada menos que Carlos Pellicer, quien influyó de manera muy importante en este interés. Empezó a escribir poesía desde muy joven y finalmente, gracias a las reuniones con un grupo de poetas (Guillermo Fernández, Raúl Renán, Francisco Hernández, Vicente Quirarte, etc.) se decidió a publicar, en 1986, “Líneas en el Agua”, selección de poemas editada por “La Máquina de Escribir” con ilustraciones de
Carlos Pellicer López. Sobre esta selección transcribo las palabras del poeta mexicano Sergio Monsalvo: “...Víctor Neumann llena las palabras de plasticidad, de fuerza y energía tales que permiten palpar su sentido poético en un mágico complejo de imágenes...” [Periódico de Poesía, UAM, mayo-junio de 1987, pág 22].
Otro de los intereses de Víctor es observar la conducta de los animales. En una ocasión, su hija Citlalin recogió un colibrí que se había caído del nido. Pretextando una fuerte gripa, Víctor permaneció dos semanas en su casa al lado de Illin, el colibrí, al cual alimentaba con intervalos de 30 minutos mediante un gotero con agua azucarada. Cuando Víctor se quedaba dormido, Illin lo despertaba con un veloz batir de alas lo más cerca posible de su cara para pedir su alimento. La historia tiene final feliz: Illin aprendió a beber directamente de las flores y al cabo de 2 meses fue reintegrado a una estación de colibríes localizada en Tepepan.
Si se le pregunta a Víctor de dónde es, dirá que es huasteco. Nació en Huejutla, Hidalgo, que se encuentra en el límite con Veracruz. De esta región le encantan los huapangos, la exquisita cocina y el humor huasteco, pues sus paisanos tienen un temperamento burlón y bromista. Su tierra natal inspiró su interés por los indios pues en esta zona, existen aún hoy, numerosos poblados indígenas en los cuales el náhuatl es el idioma cotidiano, aunque muchos de sus habitantes son bilingües. De aquí surge también su simpatía con los planteamientos del movimiento zapatista.
El papá de Víctor, Max Neumann Hufnagel, nació en Sztetin, Prusia, hoy Polonia. En 1921, cuando contaba con apenas 18 años, emprendió un viaje a México, desembarcó en Veracruz y se internó en el país con la idea de llegar a Tampico a tiempo para tomar el barco de regreso. Nunca llegó. Se quedó en Huejutla para siempre y no regresó a Alemania, en donde vivía su familia, ni siquiera temporalmente. Huejutla región tropical de enorme belleza natural, era entonces económicamente prometedora. Allí, Max Neumann Hufnagel se hizo cargo del funcionamiento del primer generador de energía eléctrica de la región, se casó con Carolina Lara y vio nacer a sus 4 hijos: Francisco, Martha, Raúl y —el más pequeño— Víctor. La familia de Carolina Lara era originaria de Huejutla desde muchas generaciones atrás. En particular su abuela paterna, era una india huasteca. Carolina Lara era una mujer con mucho carácter y con el sueño de que sus hijos estudiaran. En Huejutla solamente había escuela primaria, así que en 1942 —Víctor aún no cumplía 9 años— Carolina se trasladó con sus 4 hijos a la ciudad de México, mientras el papá, que siguió radicando en Huejutla, los visitaba en el verano. Cuando llegaba septiembre el padre se despedía de ellos: “aquí ya hace mucho frío, yo me voy para mi tierra”. Francisco, lo llamaba el “primer huasteco nacido en Prusia”.
Hoy en día todos los hermanos están de acuerdo en que fue acertado emigrar a la ciudad de México, pero en su momento sufrieron el desarraigo: Habían dejado atrás la exuberante belleza tropical, los días de pesca en el río, la ceiba, a su perra queridísima y sobre todo, la libertad. Llegaron al Distrito Federal después de 12 horas a caballo de Huejutla a Tamazunchale y otras tantas en camión hasta México por la carretera México-Laredo. Hoy, los 380 Km. que separan a México de Huejutla, se recorren por una carretera con muchos acantilados y una vegetación que varía de lo desértico a lo selvático.
Víctor contribuyó siempre a la economía familiar. Primero como estudiante becado por la Secretaría de Educación Pública a partir del cuarto año de primaria y hasta terminar la secundaria y a los 15 años, al comenzar la vocacional, como empleado en la misma SEP. Aún hoy recuerda con horror aquel trabajo burocrático en el cual permaneció 4 años, más uno en la Biblioteca de la ESIME. El Ingeniero Paliza un jefe intermedio en la SEP, consiguió un permiso para que Víctor platicara con él una hora diaria sobre problemas de Matemáticas, lo cual aligeró su trabajo en la burocracia. Al terminar la vocacional se inscribió en Ingeniería Petrolera en el IPN ya que desconocía la existencia de la carrera de Matemáticas, pero sabía que su vocación requería algo diferente y continuó su búsqueda, un poco a ciegas, hasta encontrarse con Francisco Zubieta, quien lo encaminó hacia la carrera adecuada para su vocación: Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UNAM, a la cual se inscribió en 1954.
Lo que más me gustó de la Facultad de Ciencias —dice Víctor— fue la libertad y las “cantadas” en las “islas” acompañadas de guitarra y de biólogas muy bonitas. Desde luego se encontró con los cursos que realmente le gustaban: Geometría con Alberto Barajas, Topología con Guillermo Torres y Lógica con Gonzalo Zubieta. En la Facultad de Ciencias también surgió el interés de Víctor por la política. Junto con algunos compañeros, entre ellos Tomás Garza, Sergio Hernández y Manuel Méndez Palma fundó la Asociación Científica y Cultural de la cual Víctor era el presidente. Organizaban un cine club y publicaban la revista Mixuntul. Ingresó también al Partido Comunista Mexicano en el cual militó por algunos años.
Por otra parte, en estos años, recomendado por Alberto Barajas, se inició como ayudante de profesor en el curso de Álgebra que impartía Javier Barros Sierra en la Facultad de Ingeniería. En 1956 Javier Barros Sierra fue nombrado director de dicha Facultad e invitó a Víctor a que continuara allí su trabajo, ya no como ayudante sino como profesor, trabajo que desempeñó hasta su salida a Venezuela.
En 1959, el Matemático Federico Velasco, papá de nuestra colega Lourdes, recomendó a Víctor para ocupar un puesto como profesor de tiempo completo en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Fueron tres años felices de bonanza económica —recuerdan Víctor y Begoña, la mamá de Lourdes. En Venezuela, Víctor se casó con Carmen Coto. Dos meses después del nacimiento de Max, el primogénito, en septiembre de 1962, se produjo la crisis mundial provocada por el cerco de Estados Unidos a Cuba. El presidente venezolano Rómulo Betancourt contribuyó reprimiendo izquierdistas y Víctor fue a parar a la cárcel durante 12 días junto con un gran número de miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
De la cárcel de Venezuela, salió directamente para México y entró a trabajar a la Escuela de Física y Matemáticas de la Universidad Veracruzana, en Xalapa, en donde estuvo primero solamente como profesor y después como director y profesor hasta 1966. En el ínterin viajó a Francia en donde estudió durante un año Lógica combinatoria con Fraisse y con Mark Krasner. En 1966 ocupó una plaza como profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias de la UNAM y por dos años más continuó yendo a Xalapa todos los fines de semana para impartir dos cursos en la Universidad Veracruzana. Para estas fechas la familia había aumentado con el nacimiento de Guillermo en 1963. Citlalin, la tercera hija nació 11 años después. Actualmente, Max al igual que su padre, es matemático e investigador en el Instituto de Matemáticas de la UNAM. Guillermo es físico y es un talentoso profesor en el bachillerato y
Citlalin es bailarina y paralelamente realiza investigación en terapias no tradicionales para la salud integral del individuo.
Víctor permaneció en la Facultad de Ciencias hasta 1980, año en el cual se mudó al Instituto de Matemáticas, así que la casi totalidad de su trabajo como Matemático ha sido desarrollado en la UNAM. Sus artículos, la formación de estudiantes, los coloquios de Teoría de Gráficas que organiza anualmente están alentados por su convicción de que en México hay tanto talento para las matemáticas como en cualquier otra parte del mundo y los matemáticos tenemos el compromiso de desarrollarlo.
Además de su trabajo de investigación, su contribución más importante para el país es la de haber creado la escuela de Teoría de Gráficas en México que hoy en día cuenta con aproximadamente 12 investigadores que son miembros de la UNAM, la UAM y el CINVESTAV.
En 1994, la UNAM reconoció su trabajo al otorgarle el Premio Universidad Nacional en investigación en Ciencias Exactas.
Conocí a Víctor en mi primer año en la licenciatura de Matemáticas de la Facultad de Ciencias, en 1967. Fue mi profesor de Teoría de Gráficas y de Variable Compleja y he vivido con él los últimos 20 años a lo largo de los cuales me ha enriquecido el conversar cotidianamente con él sobre Matemáticas, política y cultura en general.
En los últimos años lo invade una renovada pasión por las Matemáticas: se plantea nuevos problemas, desenterró los que había dejado a medias y les dedica todo el día y todos los días incluyendo vacaciones y fines de semana. Organizó un seminario semanal Teoría de Gráficas, en el cual participan investigadores y
estudiantes y trabaja con sus estudiantes a lo largo de todas la tardes con la firme convicción de que México necesita más matemáticos, muchos más.
Carta Informativa Sociedad Matemática Mexicana, Abril 2004
Isabel Puga
FC-UNAM