Leopoldo Román Cuevas

Leopoldo Román Cuevas
Destacado investigador del Instituto de Matemáticas de la UNAM
Investigación
Sus áreas de interés fueron la teoría de las categorías, la teoría de las retículas, la teoría de grupos, la lógica matemática y la lógica cuántica.
Matemáticas
Leopoldo veía a las matemáticas de manera directa, entendía por sí mismo el mecanismo de los objetos que trabajaba y, una vez que detectaba las preguntas relevantes, profundizaba en ellas.
Premios
Sus tesis de maestría y doctorado le valieron la medalla Gabino Barreda tanto en maestría como en doctorado, y el apoyo para ser becario en el Instituto de Matemáticas de la UNAM.
Caballero del buen vestir
Recordando a Leopoldo Román Cuevas a diez años de su partida

Nace en la Ciudad de México el día 2 de mayo de 1959. Obtuvo sus grados de Licenciatura, Maestrìa y Doctorado en Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo la "Medalla de Plata Gabino Barreda" en los niveles de Maestrìa y Doctorado. Hizo un Postdoctorado en la "McGill University" en Canadá.

El 12 de octubre del 2006 partió para "conquistar otros mundos'', pues "él ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí'', eran con frecuencia sus últimas palabras.

 

“Querido amigo,
los que te amamos
te extrañamos
y, a diez años de tu partida,
tu ausencia es aún sentida.

¡Oh! hermano,
que tristeza el no
poder estrechar tu mano.”

Sergio Macías

Leopoldo nace el 2 de mayo de 1959 en la colonia Condesa de la ciudad de México, en el seno de una familia de clase media. Legisladores, científicos, literatos y artistas, conforman el ambiente en el que crece, lo cual influye en forma definitiva en la formación de su personalidad, carácter e intereses desde muy niño.
A los 4 años, comienza sus estudios de primaria en la escuela pública "Defensores de la República", pues ya a esa edad, por la influencia y enseñanzas de su madre, Laura Cuevas y Altamirano, sabía leer y escribir, "así como algunas cosas curiosas que tenían los números".
Continúa sus estudios en la Escuela Secundaria No. 32, donde "no era precisamente el mejor alumno pero era bastante bueno". Casi siempre era superado por su hermano Alberto, lo que le traía dificultades en la escuela – y, por consecuencia, en su casa – y es que ser zurdo en una época en que aún se consideraba esto como una anormalidad, debió ser un gran reto. Su complexión delgada, su estatura media (contrastante con la su hermano), y su largo pasar recostado, tan solo "pensando o viendo las nubes'', contribuían a generar una idea muy poco esperanzadora en la familia. "¡Quizá mecapalero pero estás muy flaco!'', le decían. Esto tuvo un fuerte impacto en su desarrollo – resistencia y más resistencia – y es algo que nunca pudo olvidar. Pero él, para sí mismo, "ya cocinaba desde entonces, un mejor proyecto''.
Leopoldo tenía un especial orgullo por su abuelo, Alberto Román, nacido en Guerrero en 1872, médico cirujano, participante activo en la Constitución de 1917. Fue nombrado, entre otras cosas, jefe de los Servicios Médicos de la Secretaría de Guerra, durante el Gobierno de Álvaro Obregón, de quien fuera médico particular – posiblemente también quien decidiera o participara en que se le cortara la famosa mano que se exhibía en el parque de La Bombilla de San ángel, en la ciudad de México – así como otros cargos en la Secretaría de Educación. Aunque nunca lo conoció, pasó largas horas en pláticas anecdóticas con su abuela, con la que también vivió y, con la influencia de su madre y el recuerdo de su abuelo, desarrolló un interés particular por la Historia y la Literatura, así como por la Poesía, que siempre procuró.
La influencia de su hermano y, particularmente, de sus amigos de adolescencia en la colonia Condesa, Lorenzo y José María Pérez Gay – este último, por ser mayor y por su formación, era quien los guiaba en sus lecturas y exigía de ellos un especial rigor sobre la crítica literaria – así también con el apoyo e influjo de su madre – pues siendo muy pequeño, la acompañaba a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde ella se formaba en sus estudios de posgrado – permiten a Leopoldo desarrollar un amor paralelo – incluso en ocasiones con duda de que fuese el primero – al de las Matemáticas: los Libros. Con frecuencia, Leopoldo mencionaba con orgullo sobre su biblioteca personal – no menos de 2000 libros – que pocas veces alguien podía jactarse de haberlos leído todos, como él lo había hecho.
Otros intereses fueron los idiomas, como el francés – que, por cierto, Leopoldo hablaba con gran fluidez y dulzura: "lentement'' decía, y que le había valido para hacer en una ocasión una traducción de un libro al español, motivado nuevamente por la influencia de los Pérez Gay – y el alemán, idioma que Leopoldo encontraba especialmente interesante.
Su ingreso a la Vocacional No. 4 del Politécnico Nacional, definió en él su interés por las Matemáticas, pero la simple decisión de terminar sus estudios con un buen promedio y decidir estudiar Matemáticas en la UNAM, le valieron la reprobación de su padre, Alfredo Román, por el resto de su formación, ya que "esperaba que fuera ingeniero y alguien de provecho'', pues temía que no pudiera aspirar a ser más que un simple maestro – resistencia y más resistencia ya era su lema.
La formación en la UNAM, es un tema conocido. La licenciatura la termina en agosto de 1981, con su tesis "Grupo de Suzuki'', la maestría el 9 de agosto de 1982, con la tesis "Topologías y Morfismos Geométricos'' y el doctorado el 9 de septiembre de 1985, con el trabajo "Categorías Ultradiofánticas''; le valieron la medalla Gabino Barreda tanto en la maestría como en el doctorado, así como el apoyo para ser becario del Instituto de Matemáticas, en el período 1981-1986. Sus estudios de Posgrado se extienden hasta 1986 y, posteriormente, como investigador visitante efectúa varias estancias en diversos lugares: Canadá (Dalhousie, McGill), Guanajuato en México, así como Inglaterra, Colombia y Estados Unidos.
Su experiencia docente fue amplia, iniciando como ayudante de profesor de 1980–1985 con más de 12 asignaturas, las cuales impartió en varias ocasiones. Posteriormente, como profesor de la Facultad de Ciencias e investigador del Instituto de Matemáticas, desde 1988, tuvo varias publicaciones científicas y dirigió algunas tesis tanto de Licenciatura como de Maestría.
Como profesor, fue un excelente guía para los alumnos, pues nos hacía trabajar de forma que pensáramos correctamente, con rigor, cada uno de nuestros requerimientos, pues ahí, muchas veces, se encontraba la respuesta. Siempre dispuesto al apoyo, las puertas de su cubículo estaban abiertas para quien quisiera consultarlo cuantas veces fuera necesario. Honesto, respetuoso y honrado, como muchos y como pocos, a la vez.
Amaba intensamente a los alumnos – los jóvenes – y, diariamente, se despertaba preocupado por entender qué futuro tendrían, qué les tenía preparado la vida, con qué esperanza se recuperarían de tanta crisis y qué se tendría que hacer por ellos y para ellos. "Algunos no se lo merecen, deben trabajar mucho más'', pero "en un país como en el que estamos: ¿Qué van a hacer, Raquelita? ¿Qué es lo que vamos a hacer?"
Sus excesos, sus relaciones personales y una condición precaria de salud fueron minándolo poco a poco. El 12 de octubre del 2006 partió para "conquistar otros mundos'', pues "él ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí'', eran con frecuencia sus últimas palabras.
Tan sólo espero que allá donde esté, haya pechugas asadas, pozole, tacos al pastor, jícamas con chile, whisky, periódicos como "El País'' y "La Jornada'', libros y más libros, Poesía, Matemáticas y una que otra "buena vista''... "es todo lo que se requiere, no quiero más''. Gracias por todo, Leopoldo. Gracias por siempre, Né.

Raquel Isabel Hernández Ramírez

Pensamientos de Leopoldo Román Cuevas

El 12 de octubre del 2006 partió (Leopoldo Román) para "conquistar otros mundos'', pues "él ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí'', eran con frecuencia sus últimas palabras.